(Reino Unido,15 de julio de 1943)
Jocelyn Bell Burnell, científica irlandesa, nació en Belfast en 1943. Desde muy joven, su interés por el Cosmos fue palpable. En primera instancia estudió en un centro de Irlanda del Norte. En él pudo experimentar de primera mano la desigualdad en la educación de la época: mientras los chicos eran enviados al laboratorio de ciencias, las chicas debían dirigirse a la sala de “ciencias domésticas”, donde se les enseñaba a cocinar y coser. Los padres de Jocelyn y otros padres protestaron contra esta discriminación y lograron que sus hijas acudieran a la clase de ciencias. Bell Burnell obtuvo la nota más alta en el examen final de Física y Astronomía de ese curso.
Luego ingresó en The Mount School y, después, en la Universidad de Glasgow en Escocia, donde se graduó en 1965 con honores. Ese mismo año comenzó a trabajar en su doctorado bajo la dirección de Anthony Hewish en la Universidad de Cambridge, donde llegó “más bien por accidente”. Bell Burnell, amedrentada por el “síndrome del impostor”, creyó no merecer su lugar en esa universidad. Creía que tarde o temprano la identificarían como un fraude, así que decidió trabajar duro hasta que decidieran expulsarla: “Cuando me echaran no me sentiría tan culpable. Sabría que habría dado lo mejor de mí”.
Su trabajo doctoral iba a estar dedicado, en un principio, a los cuásares: fuentes astronómicas de energía electromagnética descubiertas recientemente en ese momento. Para el estudio de estos objetos, la investigadora se decantó por la Radioastronomía (un campo relativamente joven entonces) y no por la Astronomía óptica. Así, los dos años siguientes a su graduación los dedicó a la construcción de un radiotelescopio especial diseñado por Hewish.
El radiotelescopio comenzó a operar en julio de 1967. Contaba con 2.000 receptores dispuestos en un espacio de dos hectáreas. Estos recibían constantemente señales que se registraban. Más de 120 metros de papel eran producidos por el telescopio cada cuatro días y la labor de Bell Burnell consistía en descifrar las señales registradas en esa inmensa cantidad de datos.
En agosto de ese mismo año, el telescopio registró unas extrañas señales procedentes de una fuente que emitía ráfagas de energía muy breves a intervalos precisos. Precisamente por “culpa” del “síndrome del impostor”, Jocelyn detectó estas señales minúsculas, puesto que “estaba siendo muy cuidadosa y minuciosa” al analizarlas. Estos patrones no se correspondían con el comportamiento usual de un cuásar, por lo que la astrónoma pensó que se trataba de algo sin precedentes y acudió con esta información a Hewish. Su director reaccionó escépticamente y asoció esto con una interferencia producida por algún aparato cercano al telescopio.
Tras un exhaustivo registro de los datos registrados, Jocelyn encontró otras tres fuentes que emitían señales similares. Con el tiempo, otros miembros del equipo investigador encontraron más fuentes del mismo tipo. Hewish escogió otro término para definir estas fuentes: “pulsating stars”, que contraído dio lugar al nombre bajo el que se bautizaron finalmente, púlsares. Su descubrimiento fue anunciado el 9 de febrero de 1968 y, aunque la teoría de que se trataba de mensajes alienígenas ya había sido desechada, algunos tabloides ingleses informaron sobre el hallazgo como tal.
La detección de los púlsares es considerada uno de los descubrimientos astronómicos más relevantes del sigo XX, ya que ha permitido contrastar la teoría de la Evolución estelar. Fue, además, merecedor del Premio Nobel de Física en 1974, aunque solo fue entregado a Anthony Hewish y a Martin Ryle (otro conocido radioastrónomo). Jocelyn Bell Burnell fue excluida de este premio.
La astrónoma enfocó su investigación en torno a las áreas de Astronomía de rayos gamma, en la Universidad de Southampton, y Astronomía de rayos-X, en el Laboratorio Mullard de Ciencia Espacial. Actualmente es profesora visitante de Astrofísica en la Universidad de Oxford. Entre 2002 y 2004 desempeñó el papel de presidenta de la Royal Astronomical Society (Real Sociedad Astronómica), siendo la segunda mujer en la historia en presidirla.
Jocelyn Bell Burnell ha sido una científica comprometida con la inclusión de las mujeres en las carreras STEM, luego de ganar el premio Breakthrough en la categoría de Física Fundamental, confesó su intención de donar esa cantidad de forma íntegra para impulsar económicamente a mujeres, comunidades étnicas minoritarias y refugiados y, con ello, ayudarlos a convertirse en investigadores en el campo de la Física. Fundó así el Fondo de Becas para Graduados de Bell Burnell, con el que renueva su compromiso e interés con la igualdad y la diversidad.